Más mate

¡Claro que he tomado mucho mate en mi vida! Lo que no he tenido es el hábito de tomar mate.

Ayer me acordé de un episodio con mis hijos que ilustra justamente que siempre he tenido una relación con el mate. En esos años ellos estarían entre los ocho (la mayor) y los cuatro (el pibe). Habíamos establecido la costumbre de tomar mate, los cuatro, unas horas antes de la cena. Una suerte de merienda: unos mates y una galletita.

No fueron muchas veces que lo hicimos, pero las suficiente para que cuando yo dijera “¿vamos a tomar mate?”, se sentaran disciplinariamente a la mesa. Tomaban con entusiasmo cada uno su galletita y esperaban, sin impaciencia alguna, que les tocara el turno del mate. Solamente tomaban uno.

Pronto me resultó evidente que no les gustaba. Por eso, una tarde les pregunté si ese era el caso y lo admitieron sin rodeos.

– “Pero ¿porque quieren tomar mate entonces?

– “Para que te pongas contento, papá”, respondió una de mis hijas, no recuerdo cuál.

Designed with WordPress